MELICO SALAZAR

El tenor tico que estremeció al mundo

El nombre de Melico Salazar resulta muy conocido a  los costarricenses que, en determinado momento, visitamos San José y, casualmente, coincidimos en la esquina que forman la calle cero y la avenida segunda.

Si estando allí preguntamos: "¿dónde está el Melico Salazar?", quizá muchos nos señalen el teatro que lleva ese nombre, un antiguo edificio de ladrillo, madera y concreto que se levanta desde 1928 al costado noroeste de esa esquina.

Pero si se nos ocurre preguntar "¿quién fue y qué hizo Melico Salazar?" ahí el asunto se complica, a no ser que se nos ocurra entrar al teatro en horas de oficina y solicitemos la biografía de este artista nacional que, como veremos, se adelantó a su época.



Impulso materno

En 1887 San José era apenas una aldea, con unos pocos edificios de a lo sumo dos plantas y un puñado de casitas de bahareque, madera y adobe que contrastaban con la belleza del cine Variedades, la principal de las poquísimas salas de espectáculos en aquel tiempo. Lo que sería el majestuoso Teatro Nacional apenas si era un proyecto, que vería la luz hasta diez años más adelante.

El 3 de enero de 1887 nació el tenor Manuel Salazar Zúñiga, en una vivienda aledaña al Colegio Superior de Señoritas.  Fue el quinto de un total de siete hijos, de la humilde familia formada por don Nazario Salazar y doña Rafaelita Zúñiga.

Cuando "Melico" tenía 9 años se traslada con su familia a Cartago, donde completaría su niñez y posterior adolescencia.  Como muchas madres, doña Rafaela fue la que impulsó a su hijo para que se dedicara al canto. Ella predicaría al niño con el ejemplo, pues cantaba en misas, rosarios y veladas de la época y, además, procuró que este recibiera las primeras lecciones de solfeo y canto con el padre Valenciano.

La familia Salazar Zúñiga vivía pobremente, de ahí que el que sería famoso tenor debía vender cajetas que su madre preparaba.  Cuentan que con una caja al hombro Melico anunciaba las cajetas con una voz tan potente, que era escuchado a más de dos cuadras.

Tenía Melico 10 años cuando su madre lo llevó a apreciar por primera vez en su vida una ópera, fue en 1897, durante la presentación en el Variedades de la obra "Lucía de Lamemur" de Donizetti, presentada aquí por la compañía italiana de Mario Lumbardi.

Voz privilegiada

En Cartago el jovencito fue adquiriendo poco a poco fama de tener una extraordinaria y potente voz, por lo que con frecuencia era invitado a cantar con su madre en iglesias, asociaciones benéficas y en alguna que otra reunión familiar, donde dejaba a todos con la boca abierta con sus hermosas interpretaciones de melodías de la época, en su mayoría zarzuelas.

Por algún tiempo se mantendría el jovencito actuando en veladas familiares hasta que fue escuchado por su mentor, el profesor español José Campabadal, ex maestro de capilla de la catedral de Barcelona.

Una de las primeras ocasiones en que la prensa destaca la voz de Melico fue cuando él tenía 15 años, el 5 de noviembre de 1904.  "El Noticiero" dedica una crónica a lo ocurrido en una fieta solemne en San Rafael de Oreamuno de Cartago, en donde destaca que "sobresalió la voz privilegiada del tenor Manuel Salazar".

Muy pronto la fama de extraordinario tenor de Melico se estendería por el resto del país, hasta que el 29 de diciembre de 1904 cumplió su sueño de actuar por primera vez en el Teatro Nacional, atendiendo una invitación de su maestro, José Joaquín Vargas Calvo.  El resonante éxito obtenido esa noche le valió la oferta de clases gratuitas de canto y solfeo.

Poco después, a los 17 años, hace su debut oficial en San José en el teatro Variedades, interpretando la zarzuela "Los Bohemios".  El diario La Prensa Libre del 11 de junio comenta que : "El tenor Manuel Salazar, quien ya tenía conquistado un nombre entre amigos y familiares, pudo colocarlo esa noche a gran altura con su calidad vocal y la naturalidad de su actuación".

Melico actuaría a los 19 años en varias oportunidades más en el teatro municipal de Cartago y en el Variedades; pero algunas de estas presentaciones no recibieron los mejores elogios.  En una de las crónicas de ese entonces se lee:  "Dedíquese a estudiar y a manejar bien esa potente voz antes de lucirla en público".

A Milán, con amor

La vida de Melico tuvo una feliz coincidencia y es que su desarrollo artístico corría paralelo con la época de oro del canto lírico, que tenía indudable cuna en la ciudad de Milán, Italia, sitio al que el tenor soñaba con visitar algún día.

La oportunidad tan anhelada pareció llegarle en 1907, con una beca para estudiar canto lírico en dicha ciudad; pero de último momento fue escogido Manuel Alberto Coto, quien más tarde sería profesor de música y director de las bandas de Alajuela, Limón, Cartago y San José.

Don Albise Castegnaro, mienbro del jurado que otorgó la beca, sorprendido por la calidad vocal de Melico, lo instó a continuar sus estudios e incluso le ofreció alojamiento en su casa de Milán, por si acaso decidía irse para allá.

A base de sacrificios, Melico logró ahorrar lo suficiente para costearse el transporte a Limón y de allí tomar un viejo vapor que después de un mes de incómoda travesía lo llevó a Milán y una vez allí, Melico recordó la oferta de Castegnaro, quien no lo defraudó, hospedándolo por ocho meses en su residencia.

La segunda visita de Salazar a Italia fue en 1911, oportunidad que provechó su maestro Guiulio Moretti, quien realizaría los últimos ajustes a la garganta, de por sí privilegiada del tenor.

De gloria en gloria

A partir de ese momento se inician los contratos, los conciertos, la aceptación y el éxito para Melico, quien debuta aquí triunfalmente el 22 de abril de 1911, en el Teatro Nacional, precisamente con la compañía italiana de ópera de Mario Lumbardi, la misma que de niño lo había impresionado hasta las lágrimas.
Esa noche se presentó actuando en "Caballería rusticana" y "Los Payasos", dos de las obras favoritas del repertorio clásico italiano.  Posteriormente actuaría de nuevo con "Aída" y "Tosca".

A partir de ese momento, y de la mano de la compañía de Lombardi, Melico extendería su fama por toda Centro América, Estados Unidos y el resto del mundo.  La compañía  lo contrató por su calidad artística; pero los expertos no le auguraban muchos éxitos, pues no concebían que un centroamericano fuera a triunfar en los grandes escenarios.  Por ello, en principio le cambiaron el nombre por el de Enmanuel Salazarinni, que fue desechado por el artista tiempo después.

En 1913, a las puertas de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el tenor hace su tercera visita a Italia, nación donde también se acrecentaba su fama de extraordinario intérprete, en momentos en que vivía toda su gloria el inmortal Enrico Caruso (1873-1921). Melico y Caruso llegaron a conocerse e incluso hubo una ocasión, en 1917 que Salazar lo sustituyó, a raíz de que el famoso tenor italiano estaba indispuesto, en el transcurso de una presentación que ambos realizaron en Cuba, con obras de Verdi.

En Milán, Melico canta como tenor principal en "Gli Zingari", obra de Leon Caballo, famoso compositor quien dirigió personalmente  la velada.

En 1914, cuando ya se escuchaban los cañones de guerra, el amor tocaría la puerta del corazón de Melico, quien conoce a la joven Angiolina Viassone Cantero, con quien contraería matrimonio pocos años después y lo acompañaría por el resto de su vida. (continuará...)