1 de octubre de 2009

EL JUEZ BENEVOLENTE




El corrupto saca pecho
ante el Juez Benevolente,
que en vez de aplicar el derecho,
lo deja irse sonriente.

Este Juez Benevolente,
-cuya actitud no comprendo-
se conforma con respuestas como:
"Fue sin querer, queriendo".

La corrupción se robustece
pegada al pecho de la Patria,
mientras el Juez Benevolente
le da "prisión domiciliaria".

Tras el golpe, el delincuente
va tomando más confianza,
porque el Juez Benevolente
deja libre "bajo fianza".

Y si llegara a la cárcel
el maleante y comitiva,
ahí estará el Juez Benevolente
dando "prisión preventiva".

Y mientras persista la duda
de si es narco o es ladrón,
nuestro Juez Benevolente
firmará la excarcelación.

¿Qué diría Juanito Mora?
¿Qué diría el general Cañas?
Sabiendo que el pueblo empobrece
con gente de esta calaña.

Más cuando el pueblo despierte
sin pan, ni luz, ni gasolina,
a muchos de esos corruptos
los va a alcanzar la guillotina.

Y a este Juez Benevolente
del que trata esta historia,
nunca nadie hará estatua
ni quedará de él memoria...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen comentario, aunque en un estilo bastante raro: poco frecuente.