Hay dificultades que no se resuelven con una simple oración de fe de un par de minutos. Existen problemas que nos obligan a orar, insistir, interceder, pelear, clamar y luchar en el espíritu hasta producir un rompimiento.
La oración guerrera, de lucha espiritual se ha de hacer con toda autoridad, utilizando las armas que Dios recomienda en su Palabra: la Sangre de Cristo, el nombre de Jesús, alabanza, la Palabra, adoración y ayuno, atando con fe las huestes de maldad que se nos oponen (Efesios 6.10).
El ejemplo más impresionante que conozco de oración guerrera, hecha de manera sistemática y persistente hasta producir la rendición del diablo, es el caso de doña Teresa Marín Azofeifa, a quien llamábamos cariñosamente Doña Tere.