Mamá, hoy te escribo para agradecerte por todo lo buena que has sido conmigo, por tu paciencia, por tus lágrimas, por todas las preocupaciones que te he causado.
También te pido perdón, porque a pesar de tantos sacrificios, nunca te he dedicado ni un párrafo. Aún así, puedo asegurarte que estás presente en todos los detalles de mi vida.
Mamá, cuando camino por las aceras de la capital viene a mi mente aquella frase que me decías: “Alístese, porque de Escazú, nos vamos a San José”.